Su identidad no se limita a un solo origen, sino que es el resultado de dos raíces que, entrelazadas, han dado forma a su visión del mundo. Nacido en Saltillo, México, su vida ha estado marcada por el eco de una herencia que va más allá de las fronteras. 

En su sangre conviven dos historias: una que late con la calidez y la intensidad de su tierra natal, y otra que susurra desde el otro lado del océano, en las memorias, los aromas y las enseñanzas que heredó de su padre, cuya ascendencia libanesa se convirtió en un faro que lo guió hacia el entendimiento de la identidad como un ente en constante evolución.

Desde pequeño entendió que el conocimiento no se encuentra solo en los libros ni en las aulas, sino en los caminos que recorremos, en los encuentros inesperados y en las preguntas que nadie más se atreve a hacer. 

Creció en un universo donde las tradiciones se entremezclan, donde el comercio no es solo una profesión sino un arte, y donde la identidad no es una sola, sino un crisol de culturas, costumbres y formas de ver la vida.

Su padre, con la sabiduría heredada de generaciones de comerciantes libaneses, le enseñó que negociar es comprender al otro, leer más allá de las palabras y reconocer el valor de la confianza en cada trato. Su formación académica lo llevó a estudiar Comercio Internacional, Administración de Empresas y Relaciones Internacionales, pero su verdadera educación se forjó en la interacción con el mundo. 

Su esencia no es la de un espectador, sino la de alguien que se sumerge de lleno en cada experiencia, explorando, conectando y descubriendo nuevas formas de entender la realidad.

Para Farid, viajar no es solo moverse de un punto a otro, sino cruzar umbrales invisibles, adentrarse en nuevas perspectivas, encontrar en la diversidad un reflejo de sí mismo. 

Ha construido una red de amistades y conocidos que se extiende por distintos rincones del planeta, uniendo historias como si fueran hilos de un tapiz infinito.En su vida, los colores, los sabores y los sonidos de distintos mundos no chocan, sino que se funden en una armonía única. 

Escribir es su forma de capturar todo aquello que no debe perderse en el olvido. Sus relatos no siguen fronteras ni caminos predefinidos; se mueven como él, explorando los lazos invisibles que nos unen y los misterios que aguardan en cada encuentro.

En su obra, la multiculturalidad no es un concepto, sino una vivencia, una búsqueda constante de significado en el caos aparente de la existencia. 

Farid Mery no es un escritor que ofrece respuestas, sino uno que siembra preguntas. Porque al final, lo importante no es de dónde venimos, sino cuánto estamos dispuestos a descubrir.